7.12.14

Metáfora del protagonista intangible.

A Diego Ojeda


A veces
a lo mejor
a un palmo del cielo
a quinientos metros a la derecha en la siguiente rotonda

No importa.

Tu paz de isla
tu isla de vida
tu vida en los ojos
tus ojos de ganas
tus ganas de versos
tus versos, y tu paz...

Siempre están ahí.

Siempre,
que a veces es casi nunca
y nunca es siempre
-depende de qué labios lo pronuncien-.

Quizás sea cuestión
de abandonar esta orgía
de acentos y consonantes mudas
para ver cómo abrazas las vocales más débiles
y te conviertes en un diptongo tan bonito
que hasta Lope, hoy en día, siga muriéndose de envidia
por no haberte tenido
en alguno de sus sonetos.


10.11.14

Siete veces poesía.

Poesía
son tus manos
moviéndose
al compás
de mis quimeras.

Poesía
es corrernos
juntos
la maratón
de nuestras fobias.

Poesía
es ser
tu filia favorita
cuando te estés
muriendo de miedo.

Poesía
eres tú
hablándome del tiempo
cuando sólo puedo pensar
en tus ojos de lluvia.

Poesía
es pensar
que trepando por tu espalda
puedo llegar al centro
de la Tierra.


Poesía
es la puta más barata
de Montera
bajándose de sus tacones
con los primeros soles.


La poesía
al fin y al cabo es
y está,
allí
donde queramos verla.

24.10.14

Exposición permanente.

Nunca fui
del tipo de alumnas
que aprueban
todo a la primera.

Me sigue gustando
más
eso de probar primero
y arrepentirme
después.

Como aquel día
que hicimos pellas
en Historia Del Arte
porque decías que el nuestro,
nuestro arte,
iba a hacer historia.

Yo dije sí,
y mil veces sí,
por culpa de esa voz
con una cadencia a mitad camino
entre sociópata
y bebedor inconexo.

Quiero ser Gioconda
en el Louvre
de tu pecho,
y que extraños nos admiren
para pasar
a envidiarnos después.

Que Da Vinci
reviva en tus manos,
para pintar
cada centímetro
de mis ganas
al tiempo que llegamos
al sur
de mi sonrisa.

Porque cada una
de las estaciones
es una exposición permanente
del revés que me
supone
que aún sigas
aquí.

13.10.14

El voyeur.

Ahí fuera es invierno en Agosto
Las parejas no miran, sólo ven
Dan ganas de gritarles que no saben
Por quemar sus "te quieros" a lo bonzo.

Y es que Bukowski ha hecho mucho daño
Sin pedir ni siquiera clemencia
Elevando alcohol y decadencia
A niveles crueles de desamparo.

El que avisa no es traidor, ni poeta
Sólo tiene una ventana indiscreta
Al mayor de los miedos terrenales.

Llegar más vivo a los días finales
Sin pensar en una muerte concreta.
Saberse soneto, siendo problema.

24.9.14

Me llamo María.

Me llamo María:
soy galleta,
hierba
y la virgen del drama.

Hablo mucho,
soy hipotensa
y propensa
a la hipérbole.

Hablo inglés,
he tenido tres gatos
medio alemanes
y suelo irme
a la Francesa.

Huelo a vainilla,
suelo cruzar en rojo
y no sé silbar.

Jamás salgo de casa
sin un cuaderno
de notas
y mi domingo favorito
es un jueves
a la hora del café,
frío,
si traes un todo
brotando del mío.

Nací un miércoles de marzo
y, parafraseando a Diego,
mis padres
debieron de pensarme
en una siesta de verano.

Odio los guisantes,
me aterran
los aparcamientos subterráneos
y siempre
llego la última
en el Mario Kart.

Contigo
me pasó lo mismo
pero jamás hubo
opción
de apretar el pause
y reiniciar la partida.

"Qué intensa eres"
me dijiste un día.

"Qué equivocado estás"
te dije yo.
"Soy como el Colacao:
difícil
de disolver
en ambientes muy fríos".

Soy una maldita zorra rencorosa,
tengo
muy mal despertar
y me cabrea
la gente impuntual.

Me encanta
hablar de amor
pero quizás
debiera hacer caso a Marwan
y dejar de hablar
tanto.




20.9.14

Coitus interruptus.

Me pisas,
te paso:
qué prisa.
Me pesas,
te dejas,
vuelves.

Me llevas,
te llenas.
Qué menos.
Qué manos.

Nos versamos...
Pero esto no rima ni en prosa.

13.9.14

Enamorirse.

Enreversarse
es la mejor forma
que se me ocurre de meterse en líos.

Entrar en conflicto
con palabras,
latidos, sílabas,
hiatos
y piel.

Sin importar cuándo
acaba una cosa
y cuándo
empieza otra.

Tratar de llegar
al centro de una espiral
de peligro y ganas
en las que superar el límite de velocidad
está penado
con una condena
en la cárcel de tus manos.

Pero supongo que la libertad
es eso:
correr hasta el callejón sin salida
de unos brazos que te oprimen
tan fuerte
que son capaces de tocarte
el corazón
y hacer que vuelva a funcionar.

Y entonces ves la luz
e intentas ir hacia ella
porque
si sabes que esa luz
tiene nombre y apellidos
el túnel se te hace mucho más corto.

Una muerte
vestida de línea recta,
en la que tú
me esperas
a mitad camino.

Lástima
que yo siempre fui
más paralela que tú...

Y ya sabes lo que dicen
en los libros de matemáticas.

24.8.14

XXXI

Dice que tiene las manos llenas de versos,
los ojos llenos de peros
y su corazón,
cansado,
se ha vuelto bradicárdico.

Le gusta
vivir historias
de las que han escrito otros,
y vaticina finales alternativos
sin nadie
a quien poder contárselos.

Huye de las multitudes
corriendo para adentro,
para que nadie
pueda oler
su miedo de be(r)sar
a quien no debe...
Y copiarla cien veces como castigo.

Hoy le canta Ludovico,
mañana le toca la vida
abriéndose paso en su pecho, mudo,
y pasado igual les cede el honor a tus manos.

Supongo que sólo es cuestión
de remar
-o tal vez rimar-
en consonante
para salvarle
de sus propias aguas.

Pero no es tan fácil
como parece.

7.7.14

De flores y desastres.

Te conocí floreciendo
cuando fuera nevaba
y ahora eres
lo único marchito
de mi primavera.

Supongo 
que dejé de creer
en la meteorología
cuando te saliste
de mis previsiones.

Dentro
ya no me cabe más lluvia
por eso le confío
a mi fértil corazón
llorar tus restos
como quien no quiere la cosa.

Nunca me había visto
tan guapa
como el día en que dejé 
de quererte:
me ricé las pestañas con tu ausencia
y me puse un poco de tu yo
en las mejillas.

Ese yo
-tu recuerdo, para entendernos-
que olía a vida
tras una noche de sexo desastroso,
ese yo 
que nos mantenía vivos
a pesar de los desastres.

Era tan bonito verte triste
sentarme
a observarte las heridas desde la distancia
con el único propósito de curarte
para así 
poder curarme yo también
de dentro hacia fuera
como si de nuestra propia tragedia griega se tratase,
volviendo a nacer desde el epicentro
sin pensar en el perímetro.

Y es que ojalá sea cierto
eso de que las chicas tristes
las que nunca miran hacia el cielo
las que tienen flores en las manos
-y la sensación constante de llegar tarde al mundo-
son las más bonitas.

Por aquello de autoconvencerme, 
más que nada.

2.6.14

3888000 segundos

Equivocarme siempre ha estado entre mis planes:
era contigo con quien no contaba.

(Pablo Benavente)


Yo siempre he sido
del tipo de chicas que pelean
por un falso amor de celuloide,
de pagar a medias la cena en el chino,
de dejarte ganar al Street Fighter
y de pensar que sus camisas te quedan 
mejor que a él.

Quizás por eso
de tanto tropezar con la misma piedra
y dejar que me hiriese
en el mismo sitio,
terminé queriéndola más 
que a mí misma.

Hasta que una noche me pillaste
desprevenida:
borrachos de cerveza y ganas,
no tuvimos más remedio que reescribirnos
para poder optar al Oscar
al mejor guión original.

Volvimos a ser niños tan pronto
como tus manos 
buscaban
mi culo
en el reservado de aquella discoteca pija.

Tú eras el buenazo
al que siempre robaban el almuerzo
en el cole,
y yo la niña de coletas
y uniforme lleno de arrugas
que se hacía la valiente ante los matones
para recuperarlo.

Esa niña a la que dabas
un beso
en la mejilla,
y era incapaz de atender a las clases
de después del recreo.

Esa niña 
que después de haberte tenido cerca
un tiempo,
ya no se fía de nadie.

El tiempo es 
demasiado relativo:
depende de con quién estés,
diez minutos 
pueden ser un siglo.

Por eso, 
supongo que debo darte
las gracias
por haberte ido:
si tengo que comerme la cabeza, 
mejor
echarle la culpa
al vino.





27.5.14

El príncipe.

El príncipe campa a sus anchas
desde Huertas a Malasaña,
dejándose la dignidad
en plena Gran Vía.

Bebe cerveza a morro,
escucha pop deprimente
y todo
lo que sabe de las tías
lo aprendió
viendo "Sexo en Nueva York".

Cuando piensa
que nada puede ir a peor
se encierra en los baños del Vía Láctea
a echar un polvo
con la primera tonta
con vestido de flores que se haya dejado
las bragas en casa.

El príncipe tiene cara de 
"nena, voy a romperte
el corazón
todos los días del resto de tu vida"
y cuerpo de haber ganado
mil guerras
en colchones de dudosa reputación.

Las ganas se le escapan 
por la bragueta,
porque nunca supe 
si tenía más de cantautor
que de problema.

Si le concedo una tregua
al compás de mis hormonas
quizás logre
cagarme en la puta
por no haberle conocido antes.

Yo antes era capaz
de bajar Carretas subida al caballito 
de cualquier desconocido,
de beber tequila sin haber cenado
y de leer a Escandar 
tras cada nuevo fracaso.

Ahora no.

Desde aquella maldita noche
en el Vía Láctea
sigo buscando mi alma
en el culo de cualquier cerveza.

Si la encuentran...
Pueden quedársela: ya no la necesito.

14.4.14

Luxación.

Se dejó morir a las 5:23
justo antes de que pasara el camión de la basura
y justo después
del último orgasmo que no supo fingir.

Justo antes
de sudar dos vidas enteras
y justo después
de fundirse la lamparita que comprasteis
la última vez que estuvisteis en el IKEA.

Era del tipo de chicas
que miraban como si ya
lo hubiesen visto todo antes y,
sin embargo,
parecía que quería huir continuamente.

Llegó a su vida
un poco antes de lo previsto,
se quitó las zapatillas en la puerta
y entró de puntillas
para no despertar en él algo
de lo que después pudiera arrepentirse.

Y es que para quitarse las lentillas,
el sujetador
y los prejuicios hacía falta esforzarse
un poco más.
Pero todo es cuestión de práctica.

El boli Bic y la cinta de cassette servían
de metáfora perfecta
a su compenetración,
generalmente después de una bronca
por haber estrujado
el tubo de pasta de dientes:

cuando uno se sale de su sitio
necesita que el otro dé vueltas sobre el mismo punto
para que todo vuelva
a la normalidad.

Como cuando te dislocas el hombro
tras un movimiento brusco.
Pues lo mismo con su corazón.

Y aun así, la chica que se dejó morir
a las 5:23
sigue dejando que la quieran.

Qué pedazo de puta.

23.3.14

Réquiem por una querencia esquelética.

Hazte así
que se te ha metido
una sombra en el abrazo
un par de excusas en el bolsillo de atrás
y un resquicio de mentira entre las manos.

Para mí el domingo
era siempre que te ibas
pero era el domingo más guapo del mundo
porque sabía que tarde o temprano
volverías.

Pero ahora es distinto:
hay poesía en la calle
y la lluvia se me ha metido tan dentro
que hasta ha dejado de doler.

Maldita resaca sentimental
que consiste básicamente en
abrirme de piernas lo antes posible
para cerrar tu herida de 1'80 m
por la que nunca pedí sangrar.

Y es que cualquier colchón
ha dejado de ser casa
si no estás tú,
desnudo,
esperándome para corrernos
un par de maratones.

Porque la vida era
contar tus pecas después de cada polvo,
descontarme
y volver a empezar.

Y ahora la muerte será
encontrarte
en cualquier garito inmundo
cada vez que suene Platero.

3.3.14

La parábola de los cobardes tan hiperbólicos que se creían valientes.

Pongamos que éste es el primer día
de nuestra última oportunidad
para saltar charcos como si nos fuese la vida
para llovernos con el paraguas de tu abrazo
para llorarle a ese miedo que ya se ha cansado
de ser hijo único.

Tienes unas manos perfectamente diseñadas
para fundirnos con cada una de las farolas de Gran Vía
cuando la noche se viste de largo
y sólo nos interrumpe el sonido de mis peros.

Nunca he sido chica de excusas
no tengo porqué darte explicaciones
son esa clase de gilipolleces que se hacen
para impresionar... En este caso impresionarte.
Y de paso cagarla la mayoría de las veces.

Hace frío y no llevas chaqueta
supongo que te la habrás dejado en el último garito
pero tu orgullo idiota te impide admitir
que quizás la tomó prestada algún machito aún más idiota que tú.

Te brillan los ojos
y creo que los tienes más grandes que nunca
porque esconden tantas ganas y verdad
que ya no sé si son tuyas, mías
o es que aún voy un poco ciega.

Pasamos por delante de una pizzería 24h
y antes de que pueda ni siquiera hablar
ya has pedido por mí
y cómo me encanta saber que no has olvidado
que odio el roquefort.

Bien por ti
porque no hubiese querido
tener que mandarte a tomar por culo
después de cuatro gin-tonics
no sé cuántos versos
y muchas ganas de pedirte que
subas a casa a tomarte el último.

Sé que es esa maldita cara que tienes
de conato de Big-Bang emocional
que da ganas de quererte hasta el último día
y aísla el miedo a la pérdida.
-Por inminente que sea-.



13.2.14

Romanticidio con premeditación y alevosía

En el cenicero he visto
una armonía de colillas a medio terminar
y es inútil que te empeñes
en esconder
ese posible rastro de carmín
cuando sabes que yo no gasto de eso.

Pero bueno.
Al estilo de Rubén Darío,
"bajo el ala aleve del leve abanico"
sé esconder mi mirada de chica valiente
para seguir haciéndote creer
que dejaré que vengas a salvarme
cuando a ti te salga de las pelotas.

Porque eso de los superhéroes
sólo funciona en los cómics.
Ninguna mujer
en su sano juicio debería
sentirse protegida
por un hombre en mallas.

Y es que
en caso de peligro
te sale más a cuenta
lanzarte cuesta abajo por una espalda
sin frenos
ni apellido siquiera
que lidiar con un alguien
a quien se le haga cuesta arriba
llegar a tus bragas sin GPS...
Porque para acabar
con el corazón hundido en el asfalto
-y derramando versos por los bordes de la carretera-
no me hace falta la ayuda de nadie.
Me corro yo solita.

4.2.14

El chico que escupía versos cuando todos duermen.

El chico que escupía versos
cuando todos duermen
posee esa insensatez
digna de quien cruza
cuando el semáforo está en rojo.

Sus promesas no riman
tiene unas manos
por las que te dejarías
encabalgar
a golpe de metáfora
y huele a soneto
como nunca
antes
lo había hecho nadie.

El chico que escupía versos
cuando todos duermen
necesita de alguna sonrisa
con la melena al viento
que le sirva de nexo
para librarse
de un asíndeton
en el que nunca pidió caer.

Harto de que sus rodillas cuenten
la historia
que se empeña en olvidar
decide
vestirse de alejandrino
que es
casi como jugar al escondite
con las palabras de otros
y salir a disfrutar
de esta hipérbole
dividida en sílabas.