27.9.11

Un pronombre puede cambiar el rumbo de la historia

Si te cuesta abrir la puerta, inténtalo con una ventana... Quizás ésa SÍ sea la forma correcta de entrar (¿nos?).

21.9.11

Por el principio

Marina y sus amigos habían ido a la discoteca de siempre, a pasar el rato y reírse de las pintas de aquellos a los que les encanta aparentar (aunque fuera su sitio favorito... Eso era innegable). Como llegaron pronto, el sitio estaba todavía medio vacío, pero ella tuvo tiempo de fijarse en alguien. Ese alguien llevaba una camiseta de Explosions In The Sky y, cómo no, tenía barba. "¿Habéis visto qué chico más guapo?", dijo a sus "hombrecitos"... "Tía, ¡siempre estás igual!"... Y siguió bailando, sin pensar en el chico misterioso.

Al rato, salió al rincón del fumador con Jack, y escuchó cómo una voz en acento extranjero les preguntaba sí había algún sitio interesante donde ir cuando amaneciese. Levantó la cabeza... ¡Y era el chico de la camiseta de Explosions In The Sky! Tras la batería de preguntas-respuestas de rigor (soy francés, mi ex-novia es una zorra, me voy mañana) volvieron a seguir bailando, cada uno por su lado.

Mención especial para la música de aquella noche: la sucesión de canciones festivaleras hizo que Marina y el chico misterioso mantuviesen contacto visual toda la noche... Para desesperación de sus amigos, que querían obligarla a pasar a la acción.

Los "hombrecitos" de Marina llevaban mucho cansancio acumulado, por lo que querían irse a casa cuanto antes... Pero ella no podía irse sin despedirse del chico misterioso, o al menos sin saber su nombre. Aun así, mirase donde mirase en la pista, no le veía.

Ya en la puerta, cuando casi se había dado por vencida, vio que el chico misterioso y sus amigos estaban en el rincón del fumador, hablando con unas chicas que habían estado rondándoles toda la noche. Era un "ahora o nunca": Marina escribió en un papel con lápiz de ojos su pin de la Blackberry, y le dijo a Jack "Si le das esto al chico misterioso te amaré eternamente".

Marina, escondida en una esquina, esperó pacientemente... Hasta que oyó a Jack llamarla "Marina, ¡ven!". Se acercó y allí estaba Jack, con el chico misterioso y su amigo.

-Chica de las gafas bonitas... ¿Esto que és? Si yo no tengo Blackberry... ¡Que soy un antiguo!
+Bueno, podría agregarte al Facebook... Si supiera cómo te llamas.
-Eric... Me llamo Eric.

Antes de irse a casa, Eric le preguntó a Marina si creía en la magia. Ella dijo que sí.

-Voy a hacerte un truco de magia: si me sale bien... Me das un beso de premio.

... Le salió bien.

14.9.11

LA PIEL QUE HABITO.

Sabía que iba decidida a ver algo 'fuera de lo normal' (reconozco que la variedad de críticas alimentaron mi curiosidad) pero jamás pensé que Almodóvar tuviera el valor de reírse en la cara de cada uno de los espectadores de su última película. Cuando se trata de una larga trayectoria profesional, como la suya, llega un momento en el que 'cambiar de registro' puede hacerse más que necesario. Pero no. Almodóvar debió quedarse para siempre en 'Volver', echar la vista atrás y dedicarse a hacer lo que sabe que hace bien. 'La piel que habito' es símbolo de los aires de grandeza a los que nos tiene acostumbrados estos últimos años, una estracanada sin pies ni cabeza que parece que, por llevar su firma, estás obligado a venerar. Saltos de una historia a otra, nexos dudosos, surrealismos varios que me han hecho repetirme en más de una ocasión 'esto no puede ser cierto'. Creo que su intento de adentrarse en el terror y suspense 'sin gritos de por medio', se ha quedado en una mera pantomima: Banderas y su cirujano sin escrúpulos me han parecido el mayor chiste cinematográfico de los últimos tiempos.
Castigo divino merece haber desaprovechado de tal forma a Eduard Fernández, actor al que admiraba hasta ahora y del que espero olvidar su 'pasaba por aquí' para poder seguir haciéndolo. No sé si quiero hablar de la abuelita de la Barbie (Marisa Paredes): las secuencias en las que no está Marilia se hacen más llevaderas.
Creo que salvaré (pero no mucho) a Elena Anaya... Parece ser la única que sabe dónde está. Aunque haya que intuir a su personaje a través de sus posibilidades corporales, dado que su interpretación queda relegada a un segundo plano (quizás por eso la salvo). Para mí diré que es un aceptable 'Segismundo con síndrome de Estocolmo'.
Del resto de actores... Creo que será mejor que extraigáis vuestras propias conclusiones: en mi cabeza suena todo demasiado hiriente.
Y es que hay, sin duda, dos nombres propios en todo este asunto: José Luis Alcaine y su maravillosa fotografía, sin el cual la película hubiera sido mucho más indigesta de lo que ya es y Alberto Iglesias, artífice de una banda sonora inigualable.

3.9.11

ñoquis a los cuatro quesos

Alargar las noches que no
como un quiero y no puedo
facilidad con acento extranjero
pseudomentiras más autóctonas que nunca
cuando el frío que huele a verano
empeñándose en disfraces que no cuadran
de corazones híbridos que prefieren
desnudarse en una luna que
quieras o no
siempre resulta familiar
ayudando frente a un croma que pretende
pretender parece siempre cierto
cierto en cualquier idioma es verdadero
con líneas de puntos que no llevan a ninguna parte.