8.9.12

Tercero B.

He vuelto. Aunque quizás nunca llegué a "irme" del todo. Cuando tus vaqueros y mi vestido de flores conversaban en el suelo de mi habitación tuve miedo, miedo de que te me enquistaras en el ventrículo izquierdo y miedo de verme incapaz de sacarte de allí. Quizás fue el disco de Caspian sonando en bucle   o quizás fue el vino barato que te empeñaste en comprar la última vez. La cuestión es que dejamos de ser uno más uno para convertirnos en dos que tampoco eran dos. Porque romperte el orgullo a besos duele de la hostia, ¿sabes? Supongo que sí... Debí intuirlo cuando te empeñaste en componerme una balada en francés. Y es que este no sé qué que construimos bien se parecía a una peli de las de Guillaume Canet... Donde ficcionar(nos) en exceso puede ser perjudicial para el organismo: ahora cerca ahora lejos ahora no después más tarde tostadas con café. Donde encontrar la solución al enigma en las líneas de tu espalda y cambiar mis trucos por pasar diez minutos cobijada en tus caderas puede costar demasiado caro.
Pero qué más da. Tenemos días y mil escondites para sudarnos hasta el alma.