14.4.14

Luxación.

Se dejó morir a las 5:23
justo antes de que pasara el camión de la basura
y justo después
del último orgasmo que no supo fingir.

Justo antes
de sudar dos vidas enteras
y justo después
de fundirse la lamparita que comprasteis
la última vez que estuvisteis en el IKEA.

Era del tipo de chicas
que miraban como si ya
lo hubiesen visto todo antes y,
sin embargo,
parecía que quería huir continuamente.

Llegó a su vida
un poco antes de lo previsto,
se quitó las zapatillas en la puerta
y entró de puntillas
para no despertar en él algo
de lo que después pudiera arrepentirse.

Y es que para quitarse las lentillas,
el sujetador
y los prejuicios hacía falta esforzarse
un poco más.
Pero todo es cuestión de práctica.

El boli Bic y la cinta de cassette servían
de metáfora perfecta
a su compenetración,
generalmente después de una bronca
por haber estrujado
el tubo de pasta de dientes:

cuando uno se sale de su sitio
necesita que el otro dé vueltas sobre el mismo punto
para que todo vuelva
a la normalidad.

Como cuando te dislocas el hombro
tras un movimiento brusco.
Pues lo mismo con su corazón.

Y aun así, la chica que se dejó morir
a las 5:23
sigue dejando que la quieran.

Qué pedazo de puta.