En la polisemia de "tarde"
me perdí.
Nos perdimos.
En tu idioma es "nunca".
En el mío es "todo".
-Nunca
hay que caerse
en quien da todo
el primer día.-
Buscarnos
como una misma definición
en diccionarios diferentes
sólo nos lleva a Babel.
Sin billete de vuelta.
Únicos habitantes
del mayor error ortográfico
desde que nos cruzamos:
mentirte a ti mismo en singular
cuando tenías el plural
a la vuelta
de la esquina.
Hay que ser imbécil.
Perdón por el improperio.
A veces
dejo salir alguno
para que no se me note.
Que tengo miedo, digo.
Cierto día
comprendí
que poseer mucho
era algo bueno.
Yo regalo mi miedo.
No es generosidad
-no lo necesito-
más bien
egoísmo emocional.
Quédatelo.
Regálalo.
Disfrútalo.
Me niego
a poseer algo
que convierte mis domingos
en tus mediodías.
La venganza
se sirve en plato frío.
De postre,
a poder ser.
-La clave está
en las pequeñas dosis.-
Frías también son
las reconciliaciones.
Al principio.
Escribir un prólogo
no siempre es fácil
si uno no confía
en la historia que viene
detrás.
Por eso
te propongo un trato:
hagámonoslo todo.
A cuatro manos.
Por una puta vez,
que "no sea para tanto".
hey, esto es genial!
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