19.10.13

Y ahora no sé dónde está.

Para Martis


Solíamos quedar
cada mañana
en el mismo lugar:
yo con mi desayuno a medias.
Ella
con su iPod morado 
a todo volumen.

Recuerdo 
que odiaba madrugar
casi tanto
o más que yo.

Llegaba. 
Tarde.
Casi siempre.
Una sonrisa a modo
de disculpa
y no podías evitar
quererla
un poquito más cada día.

Tenía superpoderes
aunque no lo sabía:
mi favorito 
era 
el de venir a merendar 
conmigo, al trabajo,
sin avisar,
siempre que estaba
al borde del colapso.

La primera vez
que me despedí de ella
se iba a Madrid,
con la maleta llena de ganas
y la promesa de vernos allí.

Promesas de volver,
seguir, continuar,
crear, soñar...
Que seguían vivas 
cada vez más.

La segunda vez
que me despedí de ella
ha sido la última.

Y ahora no sé dónde está.


1 comentario:

Mi caja de cerillas no es muy grande... Pero seguro que puedo hacer un huequito para la tuya :)