Todo
el mundo miente.
Más,
menos,
a
la hora del desayuno
o
cuando te piden un cigarro.
El
cura, tu ex-novio, la panadera,
tu
compañero de piso, el periodista,
la
vecina de arriba
o
tu amor platónico.
Hasta
mi profesora de latín mentía.
"Omnia
vincit amor".
Aún
me acuerdo: el amor todo lo vence...
Mentira.
A
Paris no le sirvió de nada.
Sí,
ganó a Helena...
Pero
a un precio que aún no sé
si
yo misma estaría dispuesta a pagar.
En
la carrera
por
conseguir el amor absoluto
la
familia y la pareja deberían jugar
en
ligas diferentes
para
mandarlas al banquillo
siempre
que una de las dos corriese peligro.
Esto
también va de acumular
el
mínimo de tarjetas rojas
para
que no tengas la excusa
de
dejarme sin jugar por sanción.
El
mismo caballo de Troya
fue
una mentira también.
Llámalo
mentira
llámalo
trampa
llámalo
"la estrategia más grande
jamás
concebida en la batalla".
Y
es que disfrazar con algo aparentemente amable
una
amenaza latente
eso
sabemos
hacerlo todos.
El
problema viene
cuando
te pillan antes de tiempo.
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Mi caja de cerillas no es muy grande... Pero seguro que puedo hacer un huequito para la tuya :)