17.10.13

Whopper sin queso.

Es triste pedir
pero más triste es
que nunca le hayáis visto
cómo sonríe
enseñando todos los dientes.

Cómo se parece
a Jean-Paul Belmondo
en "Al final de la escapada"
creyéndose capaz
de conseguir cualquier cosa.

Que si el tatuaje de su pecho
es mi padrenuestro,
el de su espalda me sirve de avemaría
cuando decido
aparcar mi ateísmo en zona azul.

No os podéis imaginar
qué sexy está
fumándose el primer peta de la noche
mientras busco
la poesía que me deben sus manos.

Y es que negarle
significa
acercarme cada vez más.

Con esta puta manía mía
de querer hacerle el desayuno
hasta cuando sé que duerme con otras,
mi herida de 1.85 va camino
de no cerrarse nunca.

Pero es que tampoco
sé si quiero.

Podría estar eternamente
buscando
motivos por los que no quiero
quitármelo de encima
aunque cada vez esté
más lejos.

No pido que entendáis
que quiero que se quede
en mi vida
aunque él no me quiera en la suya.

Porque la poesía
siempre ha estado ahí
para abrazarme
cuando él se cansó de hacerlo
y con eso me basta.

Y no me comáis la cabeza
con eso de que no es para mí
porque todo
lo que escuece, cura.

Y con él
no va a ser menos.

Siento que me pasa
lo mismo que
con los agujeros del emmental:
creo que no le necesito
pero si no está,
no es lo mismo.

Por eso,
mientras espero a que vuelva
el whopper...
Siempre sin queso.

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Mi caja de cerillas no es muy grande... Pero seguro que puedo hacer un huequito para la tuya :)