Lo pedía a gritos desesperadamente. Con el recuerdo de su voz perdiéndose en la lejanía y la confianza guardada en un cajón, todos los esquemas se rompían. Sus mentiras, la indecisión de ambos, la premura de aquella insulsa despedida; necesitaba restablecer su orden ara poder empezar de nuevo.
Difícil. Era muy difícil. Y es que vivir a base de ilusiones sin fundamento y dobles sentidos era mucho más fácil. Sigue gustando el sufrimiento en pequeñas dosis. Porque el ser humano tiene la extraña afición de complicarse la vida.
ni qué lo digas.
ResponderEliminardamos mil rodeos para al final acabar en el mismo embrollo de siempre.
casi nunca hay salidas..es eso o es que no queremos encontrar el final, seria algo asi como vivir en la realidad.