Empecé 2013 sin propósitos pero con "buen" pie. La noche del 31 al 1 sufrí un percance en mi pie derecho (me abstengo de adjuntar foto por si alguien es extremadamente sensible) que, en su momento, no me impidió seguir bailando, pero yo sólo repetía "cuando llegue a casa y me siente sé que me va a doler". Varias horas más tarde, ya sin maquillaje y en pijama, pude mandarle una foto del pie a un amigo médico: los dos estuvimos de acuerdo en que tenía todas las papeletas para ser una lesión de partes blandas (esguince de ligamentos, para entendernos). Mi respuesta fue "si mañana está peor, voy a Urgencias". No fui, y al tiempo que la inflamación disminuía mi empeine lucía de un morado verdoso maravilloso que combinaba genial con una blusa que me compré en el Primark el otro día.
Mañana hace una semana del "accidente" y mi pie sigue siendo un mapamundi, con secciones de distintos colores... Pero puedo caminar, que es lo que importa.
Después estás tú. Cuando llegaste, casi sin avisar, creí que me había hecho un esguince de sentimientos... Y que debería dejar de "saber que estabas ahí" por un tiempo, porque dolía mucho. El médico me dijo que tal y como entraste, debía hacer que te marcharas de nuevo... Porque si los sentimientos se siguen forzando al final acaban rompiéndose. No hice caso a las indicaciones porque aún te siento demasiado cerca de mí... Y, lo creas o no... A veces duele (un poquito). Pero tengo suerte de no haberme roto nada... Porque hay una tirita que ha prometido hacerme indestructible.
Y yo soy muy de creerme esas cosas.
Artista!!
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