27.5.14

El príncipe.

El príncipe campa a sus anchas
desde Huertas a Malasaña,
dejándose la dignidad
en plena Gran Vía.

Bebe cerveza a morro,
escucha pop deprimente
y todo
lo que sabe de las tías
lo aprendió
viendo "Sexo en Nueva York".

Cuando piensa
que nada puede ir a peor
se encierra en los baños del Vía Láctea
a echar un polvo
con la primera tonta
con vestido de flores que se haya dejado
las bragas en casa.

El príncipe tiene cara de 
"nena, voy a romperte
el corazón
todos los días del resto de tu vida"
y cuerpo de haber ganado
mil guerras
en colchones de dudosa reputación.

Las ganas se le escapan 
por la bragueta,
porque nunca supe 
si tenía más de cantautor
que de problema.

Si le concedo una tregua
al compás de mis hormonas
quizás logre
cagarme en la puta
por no haberle conocido antes.

Yo antes era capaz
de bajar Carretas subida al caballito 
de cualquier desconocido,
de beber tequila sin haber cenado
y de leer a Escandar 
tras cada nuevo fracaso.

Ahora no.

Desde aquella maldita noche
en el Vía Láctea
sigo buscando mi alma
en el culo de cualquier cerveza.

Si la encuentran...
Pueden quedársela: ya no la necesito.

3 comentarios:

  1. Yo vi al tonto deambulando como un alma a la deriva por el Vía Láctea y sin embargo también vi a una mujer con el alma grande bien atada bailando tranquila en el local.

    Los príncipes no existen (sólo los que hacen galletas de chocolate) ;-)

    Abrazos

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  2. marededeu lo que hacía que no pasaba por blogger... Y leo esto. Me ha encantado, aunque la única vez que fui al Vía solo había pringuis buscando algo que llevarse a la boca esa noche con escaso éxito.

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Mi caja de cerillas no es muy grande... Pero seguro que puedo hacer un huequito para la tuya :)